Si un niño se queja de dolores en sus articulaciones, huesos o tendones, o tiene una afección autoinmune, probablemente debes solicitar una evaluación por reumatología pediátrica.
“Aunque las enfermedades reumáticas se asocian usualmente con personas de edad avanzada, las mismas también ocurren en niños. Es importante señalar que cuando se dan en la población pediátrica, difieren de la de los adultos. Mientras más se acumula la experiencia con estas enfermedades en niños, más aparente es que muchos de los aspectos de estos trastornos requieren un enfoque pediátrico único”.
Diversas partes del cuerpo pueden ser afectadas por las enfermedades reumáticas, manifestándose clínicamente como inflamación aguda y crónica de tejidos conectivos de articulaciones, músculos, tendones, huesos, vasos sanguíneos y piel.
La presentación varía desde artritis limitada a una sola articulación, hasta inflamación propagada a múltiples articulaciones, músculos, piel, vasos sanguíneos y diversos órganos como ojos, pulmones, cerebro, médula ósea, entre otros. Las quejas pueden ser poco específicas como cansancio, dolor generalizado, fiebre, pérdida de peso y malestar general. También se puede presentar con síntomas más específicos como son citopenia, dolor y entumecimiento de las articulaciones, convulsiones, cambios mentales y erupciones en la piel.
“Las enfermedades reumáticas son una importante causa de incapacidad en la niñez”.
Afecciones como la artritis idiopática juvenil, pudiesen estar asociadas con incapacidad de por vida, por lo que el diagnóstico adecuado y una intervención temprana pueden minimizar la morbilidad a corto y largo plazo. Sin una terapia adecuada, afecciones como fiebre reumática aguda, lupus sistémico eritematoso, dermatomiositis juvenil, esclerosis sistémica progresiva y muchas vasculitis, pudiesen ser fatales.
Por su parte, La Junta de Directores de la Sección de Reumatología Pediátrica del Colegio Americano de Reumatología, estableció unas guías para identificar a aquellos pacientes que se pudiesen beneficiar de una evaluación por un reumatólogo pediátrico. Estas guías son las siguientes:
Pacientes con diagnóstico no aclarado:
• Fiebre prolongada
• Pérdida de función, manifestada por incapacidad para asistir a la escuela y/o regresión en sus destrezas físicas.
• Hallazgos de laboratorio normales, pero con inflamación y/o dolor generalizado.
• Hallazgos de laboratorio anormales, pero síntomas y/o examen físico que no reúnen criterios para diagnóstico de una enfermedad reumática.
• Hallazgos físicos no explicados tales como rash, fiebre, artritis, anemia, debilidad muscular, pérdida de peso, fatiga o pérdida de apetito.
Evaluación diagnóstica y manejo a largo plazo de éstas y otras afecciones:
• Artritis idiopática juvenil.
• Enfermedad mixta de tejido conectivo
• Escleroderma
• Espondiloartropatías
• Vasculitis crónicas
Confirmar el diagnóstico y ayudar a formular el plan de tratamiento de las siguientes dolencias y de otras más:
• Dolores de crecimiento
• Fiebre reumática aguda
• Fibromialgia
• Síndromes de dolor
• Osteoporosis
Diagnóstico y/o evaluación del plan de tratamiento de enfermedades autoinmune asociadas con otras enfermedades primarias tales como:
• Inmunodeficiencias
• Neoplasias
• Enfermedades infecciosas, endocrinas, genéticas y metabólicas
• Post trasplante de órganos
• Fibrosis quística
• Artritis asociadas con defectos de nacimiento
Además, se debe proveer una segunda opinión o evaluación confirmatoria en los casos así requeridos por el pediatra para obtener una opinión experta. Con esto se busca ayudar a las familias a sobrellevar la enfermedad, aceptar el plan de tratamiento, calmar la ansiedad y proveer educación.
Por: Elivette Zambrana-Flores, M.D | Reumatóloga Pediátrica
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