La psoriasis es una enfermedad de la piel que aparece cuando se acumulan células dérmicas en la superficie cutánea. No es una enfermedad contagiosa, pero sí es crónica y puede desaparecer y volver a aparecer.
Los niños con padres con psoriasis tienen un 50% de posibilidades de desarrollar la enfermedad. Sin embargo, se desconocen las causas concretas que la provocan. Se trata de una enfermedad autoinmune por la cual los linfocitos T atacan la piel sana como si trataran de curar una herida o combatir una infección.
El principal síntoma de esta enfermedad es la aparición de manchas rojas, amplias placas que presentan escamas gruesas y blanquecinas o nacaradas. Producen dolor, picor o comezón, por lo que es muy molesto para el niño. La zona afectada se reseca y a menudo presenta grietas que pueden sangrar. Si las manchas aparecen en un lugar visible, puede afectar psicológicamente al niño, que a menudo se avergüenza de su apariencia física. Muchos de los niños con psoriasis pres entan también baja autoestima y necesitan el apoyo constante de los padres e incluso ayuda psicológica de algún especialista.
Se conoce que entre los factores que agravan la psoriasis están: el estrés emocional, la obesidad, una infección, como la faringitis (ya que activa una respuesta del sistema inmunológico), el clima frío e infecciones de la piel como las quemaduras solares o los arañazos.
Esta enfermedad afecta a ambos sexos y no suelen darse casos antes de los dos años de edad. La mayoría de brotes aparecen tras la pubertad. En la mayoría de los niños, la psoriasis se limita a la aparición de una cantidad reducida de manchas que suelen responder bien al tratamiento. Los casos más graves pueden requerir tratamientos más agresivos. Lo bueno es que existen muchas opciones entre las que elegir.