La fascitis eosinofílica o síndrome de Shulman, es una patología rara caracterizada por generar la inflamación de las fascias -tejido protector que recubre los distintos órganos del cuerpo- de brazos y piernas. El origen de esta patología es desconocido. Suele manifestarse con más frecuencia en hombres de aproximadamente 50 años, aunque también se puede desarrollar en mujeres y niños.
Algunos de los síntomas más frecuentes son: dolor, inflamación de las fascias y la piel, cansancio, pérdida de peso y endurecimiento de la piel. Debido a la inflamación, se pueden producir contracturas musculares o dificultad al realizar algunos movimientos. En especial de brazos y piernas, aunque también puede llegar a afectar la cara y el torso.
Existen casos en los que la fascitis eosinofílica puede estar acompañada de la manifestación de otras enfermedades como la artritis, contractura muscular. Además, miopatías o síndrome del túnel carpiano. Aunque la causa de esta patología se desconoce, expertos aseguran se debe a una alteración de la actividad de mediadores. Los cuales producen inflamación como por ejemplo las citoquinas.
El diagnóstico de esta enfermedad se realiza mediante una biopsia, pues la sintomatología no es concluyente. Podría causar un diagnóstico erróneo. Al momento de realizar la biopsia se necesita la extracción de una pequeña fracción de fascia. Además, parte de las fibras musculares de la zona afectada. De esta forma se podrá observar la presencia de eosinófilos -glóbulos blancos- y la inflamación de la fascia.
El tratamiento de la fascitis eosinofílica se centra en reducir y controlar la inflamación producida por la patología. Por lo general se usan medicamentos por vía oral como corticoides. Puede que, después de que sea controlada la enfermedad sea necesario el uso de medicamentos durante un par de años más.