Cuando se habla de reumatismo, se hace referencia a una serie de enfermedades que afectan al aparato locomotor. Dentro de la investigación clínica que se ha realizado entorno a estas enfermedades ha identificado una gran variedad de patologías asociadas, se estima existen alrededor de 250. Sin embargo, algunas de las más frecuentes pueden incluirse en uno de estos tres grupos:
Enfermedades inflamatorias
Dentro de las más frecuentes se encuentran: la artritis reumatoide (inflamación de las articulaciones), la espondilitis (dolor lumbar), entre otras.
Enfermedades de desgaste
Patologías como: la artrosis (rigidez e incapacidad funcional), o la osteoporosis (desgaste de los huesos).
Reumatismo de las partes blandas del aparato locomotor
Es decir, las enfermedades que afectan músculos, tendones y ligamentos del aparato locomotor. Como la fibromialgia, tendinitis, entre otras
Estas enfermedades son el resultado de la interacción de una reacción de defensa desencadenada por una agresión externa (antígeno desencadenante) y una base genética que nos predispone a padecerlas.
Para evitar que la enfermedad se agudice hay que prevenir o controlar los factores de riesgo modificables como el sedentarismo, la actividad física elevada, el estrés, el tabaco o el alcohol.
La obesidad
El mal control del peso también están relacionados con la aparición y/o agudización de estas enfermedades, por lo que se recomienda mantener una dieta equilibrada, rica en calcio y vitamina D.
En este sentido, la realización periódica de ejercicio suave aeróbico, ya sea dar largos paseos, nadar o realizar ejercicios relajantes y de estiramiento en determinadas zonas de nuestro cuerpo ayudan también a mantener el estado general del aparato locomotor.
Por el contrario, las malas posturas, sobre todo en el ámbito laboral, o las sobrecargas articulares de pesos, pueden llegar a causar una lesión de tipo reumática como resultado de la inflamación.
Además de la educación higiénico-dietética, que puede ayudar a sobrellevar mejor la enfermedad, existen tratamientos farmacológicos que persiguen mejorar la calidad de vida del paciente, conseguir un buen control del dolor y mejorar la movilidad.
Entre los medicamentos que se recetan para tratar la enfermedad encontramos los analgésicos y en el caso de la artritis reumatoide los antiinflamatorios no esteroideos. Sólo en casos en que la enfermedad sea muy acusada y no responda adecuadamente a los antiinflamatorios, son necesarias las infiltraciones con glucocorticoides.
Relajación
Asimismo, la relajación, la meditación, la hipnosis, el masaje o la estimulación nerviosa transdérmica son terapias complementarias aplicadas por un profesional que parecen reforzar los impulsos mitigadores del dolor que se envían desde el cerebro.
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