Por: Redacción Artritis y Reumatología
La artritis brucelar es una infección de origen animal que apareció principalmente en cabras y vacas y que fue transmitida al hombre por medio de la ingesta de leche o productos derivados.
La infección de acuerdo con estudios se generó a través del tracto gastrointestinal o por medio de pequeñas abrasiones de la piel o de la nasofaringe, cuando se tenía contacto directo con los animales infectados.
La artritis séptica brucelar afecta principalmente importantes articulaciones como la rodilla y la cadera, pero también es muy frecuente la afectación de sacroilíacas y de columna vertebral.
Síntomas
Los síntomas no son repentinos, suelen aparecer 3 o 4 semanas después, por lo que se hace más difícil su detección.
Su cuadro clínico se caracteriza por la presencia de nauseas, fiebre, sudoración, artromialgias y, en ocasiones verdaderas artritis.
Puede presentarse en forma poliartrítica, no destructiva, que se manifiesta a través de brotes y es curativa; sus mecanismos inmunogenéticos son propios de las artritis reactivas.
Por otra parte, están las artritis sépticas, causadas por la presencia del gérmen en el ambiente articular, que son monoarticulares y pueden producir lesiones destructivas.
En ambos casos, la presencia de dolor es muy común y estará acompañada de inflamación e impotencia funcional.
Tratamiento
Aunque se han propuesto múltiples tratamientos con sulfamidas y quinolonas, el tratamiento más aceptado en la actualidad es esdoxiciclina (200 mg/día) oral durante mes y medio, combinado simultáneamente con estreptomicina (1gr/día) intramuscular durante las primeras tres semanas.
Se puede prolongar en caso de complicaciones, así como sustituir la estreptomicina por rifampicina, aunque, pueden presentarse fuertes recaídas.
De tratarse correctamente, este tipo de artritis puede superarse sin que queden secuelas.