La fiebre mediterránea familiar es una enfermedad autoinflamatoria, los pacientes con esta patología no producen anticuerpos y en ellos no se identifican las células T, programadas para atacar autoantígenos. Esta enfermedad se caracteriza por provocar una fiebre periódica, serositis y dolores articulares.
“Es otra de las enfermedades raras poco prevalentes, pues la contraen de una a tres personas de cada 100.000. Este padecimiento se les atribuye sobre todo a pacientes que viven en poblaciones aledañas al mar Mediterráneo”.
Generalmente la enfermedad suele aparecer antes de los 30 años, si se detecta a una temprana edad, sus síntomas serán más severos.
Si el paciente observa períodos de fiebre que dura de 48 a 72 horas y ésta reaparece cada 3 o 5 semanas o si se desencadena por el estrés; la exposición al frío, el ayuno prolongado, la menstruación o la exposición a agentes tóxicos; estas pueden ser claras señales de tener una fiebre mediterránea familiar. Además, se debe alertar la presencia de la enfermedad si el paciente tiene serositis o ascitis. Los niños también pueden desarrollar este tipo de fiebre, en ellos, se sospecha la enfermedad si presentan diarreas.
El reumatólogo puede identificar la enfermedad, haciendo al paciente diversas pruebas. Si el paciente tiene una fiebre periódica, si tiene una respuesta a la colchicina o tiene serositis y amiloidosis, es un candidato para explorar la enfermedad. Al paciente se le realizará un estudio del gen MEFV.
La colchicina entonces es una de las estrategias para el tratamiento de esta enfermedad. La dosis del fármaco se suministrará de acuerdo al peso corporal del paciente. La droga permitirá reducir o eliminar los brotes febriles.