El dolor de rodillas pueden convertirse en una molestia que causa mucha incomodidad, por ello se habló con el traumatólogo Gonzalo Samitier para entender cómo se puede evitar el desgaste de esta articulación.
Se habló con el doctor Gonzalo Samitier, traumatólogo, jefe de la Unidad de Miembro Superior y experto en cirugía de hombro, rodillas y artroscopia del Hospital General de Villaba, en Madrid.
Parece ser que algunos antiinflamatorios lejos de ayudar a aliviar un dolor agudo en una articulación, pueden dañar e incluso destruir el cartílago. ¿Cuáles y por qué tienen ese efecto dañino sobre ese tejido?.
Realmente, los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) como ibuprofeno, naproxeno, diclofenaco, etc. Continúan siendo unos de los medicamentos prescritos con mayor frecuencia para paliar el dolor articular y no se conoce que tengan un efecto negativo sobre el cartílago articular.
Al tomarlo se debe tener la precaución de proteger el estómago, sobre todo si es de forma continuada, por el riesgo de provocar úlceras; también pueden afectar negativamente la función del riñón, el hígado, provocar reacciones alérgicas o alterar los valores de la presión arterial en pacientes susceptibles.
Lo que sí ha visto en estudios recientes es que los AINEs y otros antiinflamatorios podrían tener un efecto que retrasa la curación del hueso, pero este efecto no ha podido ser certificado con una evidencia sólida; en cualquier caso, en general y en tratamientos a corto plazo continúa siendo una medicación segura y muy usada por los especialistas.
Diferente es la administración de los antiinflamatorios esteroideos o también denominados corticoides; estos tienen un muy potente efecto antiinflamatorio pero secundariamente, su absorción a la sangre puede provocar los tan temido efectos secundarios de los corticoides, sobre todo a dosis altas y por tiempo prolongado.
Por suerte estos tratamientos largos o con altas dosis rara vez son necesarios en patologías músculo – esqueléticas, a excepción de algunas enfermedades reumatológicas, en estos pacientes que reciben altas dosis de corticoides orales se debe vigilar la posible aparición de una necrosis ósea vascular, una especie de infarto del hueso que deja de recibir aporte sanguíneo y puede acabar degenerando y perdiendo calidad, lo que provoca su colapso y secundariamente daño también en el cartílago subyacente.
Las llamadas infiltraciones en las que se inyectan un anestésico local y un corticoide son útiles para paliar el dolor articular y disminuir la inflamación de forma rápida, en ausencia de alergia, aplicados puntualmente, es infrecuente la aparición de efectos secundarios graves, aunque no se recomienda como tratamiento a largo plazo en el que repetidas inyecciones, sí que pueden acabar causando daño y efectos indeseables sobre el cartílago y los tejidos internos de la rodilla.
Los pacientes diabéticos deben vigilar especialmente sus niveles de glucosa, pues esta puede aumentar después de una infiltración con corticoides.