Científicos lograron descubrir una estrecha relación entre la restricción calórica en las comidas y la regulación del sistema inmunológico; que ayudaría a mantener una vida más larga y saludable, así lo afirma un reciente estudio realizado por el Centro de Diabetes de Joslin, en Estados Unidos.
Y es que durante años, la comunidad científica ha investigado sobre la importancia de una buena alimentación en el desarrollo de una vida más saludable. En este estudio los investigadores analizaron la relación que existe entre la restricción calórica, el control del sistema inmunológico y la calidad de vida.
El estudio fue realizado en un gusano llamado: nematodo microscópico C. Elegans, el cual contiene mecanismos reguladores similares a los presentes en los seres humanos. Por esta razón suelen ser la mejor opción para estudiar temas como la genética y el envejecimiento.
Durante la investigación se analizó el comportamiento del organismo durante las etapas en las que había restricción calórica; y lograron establecer que cuando la proteína p38 está inactiva no produce ningún efecto en el sistema inmune, pero en el momento que está activa logra reducir la respuesta inmune a un buen nivel.
La inmunidad innata es un sistema que se encarga de proteger al ser vivo, especialmente de bacterias y virus. Cuando el sistema de inmunidad innata detecta algún organismo extraño activa la respuesta aguda para combatirlos. Este tipo de inmunidad también es la encargada de controlar algunos aspectos como la inflamación. Por lo que si este sistema se altera el resultado va a ser inflamación constante y por consiguiente dolor; especialmente durante el envejecimiento.
La investigación pudo concluir que el control de la dieta; es decir la restricción calórica, logra reducir los niveles de inmunidad innata, esto mediante la reducción de la actividad de una proteína llamada p38; lo que termina controlando la respuesta inmune y evita algunos problemas de salud.
Según el grupo de investigadores, este hallazgo permitiría trabajar en nuevas formas de tratar algunas enfermedades; y reducir la inflamación crónica que se produce durante el envejecimiento. “(…) no para que las personas vivan hasta los 120 o 130; sino para prolongar el periodo de vida saludable”, aseguró Keith Blackwell, autor principal del estudio y profesor de la Escuela de Medicina de Harvard.