Ambos pueden calmarse, pero debe saber cuando resulta más conveniente optar por uno u otro. Es distinto si se acaba de hacer una lesión o si le duele desde hace unos días. Averigüe qué le aliviará más.
El frío y calor aplicados en una zona con dolor calman las molestias, por ello son dos de las terapias más comunes para aliviar los dolores musculares o de las articulaciones, pero cuando recurra a esta terapia en casa, muchas veces no sabe cuándo es adecuado una u otra.
La diferencia radica en si se ha lesionado hace menos de 48 horas o se trata de un dolor que padece desde hace días.
Si el dolor es reciente, aplique frío
En las primeras 48 horas desde que ha aparecido el dolor, debe poner hielo en la zona donde sienta la molestia. Con esta técnica, la crioterapia, logrará un doble efecto, que los vasos sanguíneos se cierren y que descienda la temperatura local. Al reducir el aporte sanguíneo disminuye también los agentes que producen la inflamación y esto actúa aliviando progresivamente el dolor.
Para tratar esguinces, torceduras, sobrecargas, fracturas, golpes, luxaciones o tendinitis opte por el frío. Es la primera medida en todas las lesiones ya que disminuye la inflamación, calma el dolor, reduce la contractura muscular y favorece la recuperación.
Cómo usar la crioterapia
Aplique sobre la zona afectada una almohadilla fría que contiene un gen que se enfría previamente en el congelador y baja la temperatura local de la zona eficazmente.
También se comercializan bolsas de agua helada con el mismo efecto. El enfriamiento se consigue en unos 15 minutos y perdura un par de horas, puede usar un cubo de hielo y masajear la zona.
La crioterapia está contraindicada en alérgicos al frío, problemas vasculares, diabetes, enfermedades cardiovasculares graves y enfermedades renales y viscerales.
Si le duele hace días: calor
La termoterapia se basa en que el calor dilata los vasos sanguíneos y facilita la circulación, aliviando el dolor. También contribuye a una recuperación de la movilidad muscular y articular.
Es adecuado para calmar inflamaciones producidas días atrás y mejorar la rigidez muscular ya que logra aumentar la elasticidad del tejido. Se utiliza a una temperatura de entre 34 y 36 grados.
Es decir, en el caso de que sufra alguna contractura, rigidez o dolor muscular, la mejor opción es aplicar calor, siempre después de dejar pasar 48 horas tras la lesión pues favorece el aporte de sangre y alivia la contractura. La termoterapia también es conveniente en caso de un malestar recurrente o dolores crónicos como la artritis.
Cómo usar la termoterapia
Las esterillas proporcionan un calor seco que al ser retirado deja de tener efecto. Si por ejemplo, tiene molestias en el cuello, usar una manta eléctrica a media potencia y en periodos de tiempo cortos de 5 a 10 min varias veces al día, puede ser un gran alivio.
Para los problemas de espalda es más recomendable que aplique un calor húmedo. Utilice una bolsa de agua o un paño caliente y cuando note que se comienza a enfriar retire. Después, tape la zona con una toalla para retener el calor.
También existen alternativas como los sacos de legumbres que previamente se calientan en el microondas y van perdiendo el calor poco a poco.
Este tratamiento es muy efectivo, ya que el calor relaja los músculos, evitando así la causa del dolor, pero no es recomendable en caso de cardiopatía, apendicitis, inflamaciones agudas del aparato locomotor y en personas que tomen anticoagulantes.