Existen tratamientos farmacológicos muy efectivos. Sin embargo, no todos los pacientes logran un control satisfactorio de los síntomas asociados a la enfermedad, muy especialmente del dolor articular. Y es que la eficacia de los tratamientos está condicionada por distintos factores. Es el caso, como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores del Hospital de Cirugía Especial de Nueva York (EE.UU.), del tabaco y del exceso de peso, que hacen que los beneficios de los medicamentos para la artritis reumatoide se vean notablemente reducidos.
Como explica Vivian Bykerk, directora de esta investigación presentada en el marco de la Reunión Anual del Colegio Americano de Reumatología (ACR) que se está celebrando en la ciudad de Washington (EE.UU.), “ya habíamos observado que los pacientes con exceso de peso tienen una menor probabilidad de alcanzar una remisión sostenida en los primeros tres años tras el diagnóstico de la artritis reumatoide. Así, el objetivo de nuestro trabajo fue evaluar el impacto del hábito tabáquico y del exceso de peso sobre la capacidad de lograr un buen control de los síntomas y de la inflamación tanto en mujeres como varones con la enfermedad”
Eficacia condicionada
Para llevar a cabo el estudio, los autores analizaron los historiales médicos de 1.109 pacientes que, con un promedio de edad de 54 años y en su mayoría mujeres –hasta un 72% de los participantes–, habían sido diagnosticados de artritis reumatoide hacía menos de 12 meses y tomaban fármacos orales para la enfermedad –metotrexato en la mayor parte de los casos.
Como indica Vivian Bykerk, “el tratamiento precoz y agresivo para conseguir la remisión constituye el objetivo principal de la terapia para la artritis reumatoide. Un objetivo que es mejor lograr de forma temprana, cuando el paciente ha sido diagnosticado de forma reciente de la enfermedad, dado que un control precoz de la artritis reumatoide se asocia con mejores resultados a largo plazo”
El 31% de las mujeres participantes presentaba sobrepeso y un 32% eran obesas. Además, el 15% eran fumadoras. Por su parte, el 44% de los varones del estudio tenían sobrepeso y el 35% eran obesos. Y en este caso, el porcentaje de fumadores se elevó hasta el 22%.
Los autores evaluaron el grado de actividad de la artritis reumatoide a través de la escala DAS –en la que se mide el número de articulaciones hinchadas, se realiza un test sanguíneo para analizar el grado de inflamación, y se registra la descripción del propio paciente sobre sus síntomas de la artritis en la semana previa– tanto en el inicio del estudio como durante el seguimiento en las consultas del reumatólogo, con visitas programadas cada tres meses durante el primer año, semestrales en el segundo y anuales a partir del tercer año.
Los resultados mostraron que el sexo, el exceso de peso y el hábito tabáquico apenas tenían ninguna influencia sobre la gravedad de la sintomatología en las primeras semanas del estudio. Sin embargo, y según fueron transcurriendo los meses, tuvieron un impacto negativo y ciertamente significativo sobre la eficacia del tratamiento.
Concretamente, el índice de mejoría en la actividad de la enfermedad fue menor en las mujeres –frente a los varones–, en los participantes con sobrepeso u obesidad –frente a aquellos con un índice de masa corporal (IMC) normal– y en los fumadores. Además, no se observaron diferencias en la mejoría sintomática entre los participantes ex fumadores y aquellos que nunca habían fumado, lo que denota, una vez más, que nunca es tarde para dejar el tabaco.
Hay que dejar de fumar
Y llegados a este punto, ¿qué sucedió con aquellos pacientes que, además de tener un exceso de peso, fumaban? Pues que con independencia de su sexo, fueron los que presentaron una peor evolución de los síntomas asociados a la enfermedad. O lo que es lo mismo, el tabaco y el sobrepeso u obesidad influyen de forma muy negativa sobre la eficacia de los tratamientos para la artritis reumatoide.
Como concluye Vivian Bykerk, «nuestros hallazgos contribuyen a las evidencias, cada vez más numerosas, que indican que el estilo de vida influye en cómo de bien pueden responder los pacientes al tratamiento y refuerzan el valor potencial de la derivación de esta población a los programas para la cesación tabáquica y el mantenimiento del peso corporal».