Por: Luis M. Vilá, MD
Director de la División de Reumatología, Alergia e Inmunología del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico.
La artritis reactiva es una enfermedad inflamatoria que ocurre pocas semanas después de una infección urogenital (infección de la uretra o del cuello uterino) o de diarreas infecciosas. Usualmente se acompaña por conjuntivitis, úlceras en la boca y por lesiones en la piel parecidas a la psoriasis.
Esta enfermedad es más común en los adultos jóvenes, entre 20 y 40 años de edad. Cuando la condición ocurre posterior a diarreas infecciosas, la proporción de hombres y mujeres afectadas es aproximadamente la misma. Sin embargo, la artritis reactiva predomina en los hombres cuando ésta ocurre posterior a la uretritis infecciosa.
Agentes infecciosos que causan artritis reactiva
Se han identificado varias bacterias que pueden causar la artritis reactiva. Aquellas asociadas a la infección urogenital son Chlamydia trachomatis, Ureaplasma urealyticum, y Escherichia coli, y las relacionadas a diarreas infecciosas son Salmonella (varias especies), Shigella (varias especies), Yersinia enterocolitica, Campylobacter jejuni y Clostridium difficile.
Manifestaciones clínicas
Los síntomas de artritis reactiva comienzan de uno a cuatro semanas después de la infección urogenital o intestinal. Los síntomas de infección usualmente han resuelto antes de comenzar la artritis; las rodillas, los tobillos y los pies son las articulaciones más afectadas en la artritis reactiva, pero cualquier articulación se puede inflamar. Los pacientes padecen de dolor, hinchazón y entumecimiento de las mismas.
Contrario a la artritis reumatoide en la que se afectan múltiples articulaciones de forma simétrica (ambos lados del cuerpo se afectan de forma similar), en la artritis reactiva usualmente se inflaman menos de cinco articulaciones y de forma asimétrica. Además de las articulaciones se pueden inflamar los tendones y ligamentos, uno de los tendones más comúnmente afectados en la artritis reactiva es el tendón de Aquiles, causando dolor en la parte posterior del talón.
La artritis reactiva no se limita a las articulaciones, sino también puede afectar múltiples órganos y tejidos. En los ojos comúnmente ocasiona conjuntivitis pero puede también causar una condición más severa llamada uveítis, que puede ocasionar problemas serios de la visión. En la piel puede causar lesiones en las uñas, y en los pies, parecidas a las lesiones de psoriasis.
Las úlceras en la boca, usualmente indoloras, ocurren con frecuencia. En el área urogenital femenina puede causar uretritis no infecciosa e inflamación de la vulva, vagina y el cuello uterino. En los hombres, además de la uretritis, puede ocasionar prostatitis y úlceras en el pene. La uretritis causa síntomas de ardor o dolor al orinar y aumento en la frecuencia urinaria. Aunque poco frecuente, la artritis reactiva también puede afectar el corazón, el sistema nervioso y los riñones.
Diagnóstico
El diagnóstico de artritis reactiva es clínico, pues no hay pruebas de laboratorio o de imágenes radiográficas que confirmen la condición, por lo tanto, antes de concluir que un paciente tiene artritis reactiva, hay que descartar la posibilidad de otras condiciones reumáticas que se pueden presentar con manifestaciones clínicas parecidas a ésta. Entre estas entidades se encuentran la artritis, causada por gonorrea o por otras infecciones, artritis psoriásica, artritis causada por colitis ulcerosa o la enfermedad de Chron, artritis reumatoide, gota y la artritis asociada al virus de inmunodeficiencia humano, entre otras.
Curso de la enfermedad
La artritis reactiva puede tomar uno de tres cursos; en poco más de la mitad de los pacientes, las manifestaciones clínicas resuelven completamente en un periodo de 3-6 meses, luego del comienzo de la misma. Otros padecen de síntomas recurrentes, es decir, con periodos de actividad de la enfermedad, seguidos por periodos de ausencia de los síntomas. La minoría de los pacientes, cerca de un 10-20%, persiste con síntomas crónicos.
Tratamiento
El tratamiento inicial, consiste en el uso de anti-inflamatorios no esteroideos (AINEs) tales como la indometacina o el ibuprofeno. Aquellos pacientes con inflamación severa de las articulaciones, requieren de un periodo corto de tratamiento con dosis bajas de corticoesteroides, como por ejemplo, prednisona 5-10 mg diarios.
Los pacientes con enfermedad recurrente severa o con enfermedad crónica y refractaria a terapia con AINEs y/o corticoesteroides pueden tratarse con medicamentos típicamente utilizados para la artritis reumatoide, tales como la sulfasalazina, metotrexato y antagonistas del factor de necrosis tumoral (etanercept, infliximab, adalimumab, golimumab o certolizumab pegol).
Debido a que la artritis reactiva ocurre luego de una infección urogenital o intestinal, algunos investigadores han recomendado el uso de antibióticos para tratar esta condición. La combinación de antibióticos de rifampin con azitromicina o doxiciclina por seis meses, ha demostrado ser efectivo para la artritis reactiva crónica asociada a infección por Chlamydia trachomatis. Sin embargo, el tratamiento de antibióticos para la artritis causada por diarreas infecciosas no ha demostrado ser beneficioso.