La artritis idiopática juvenil es la enfermedad reumática más frecuente en la población pediátrica y, desafortunadamente, una causa importante de morbilidad infantil. Asimismo, esta condición compromete el sistema músculo-esquelético, particularmente las articulaciones, produciendo dolor y entumecimiento de las mismas.
Aún no se esclarece la causa de esta enfermedad ni por qué pueda afectar a los jóvenes, sin embargo se habla de una posible predisposición genética sobre la cual operan diferentes tipos de factores adicionales como el estrés.
La artritis idiopática juvenil se diagnostica en jóvenes menores de 16 años que han reportado una persistencia de los síntomas igual o mayor a seis semanas, excluyendo otras causas de artritis típicas de la infancia. De esta condición en los niños, se derivan siete tipos: sistémico, oligoarticular, poliarticular asociada a factor reumatoide negativo, poliarticular asociada a factor reumatoide positivo, psoriásica, asociada a entesitis e indiferenciada.
¿Cómo reconocerla?
La forma sistémica asocia sintomatología general (fiebre, sarpullido, recrecimiento del hígado y bazo, crecimiento de los ganglios linfáticos, inflamación de los tejidos serosos del cuerpo) y tiene una clara base autoinflamatoria; mientras que en el resto de categorías predominan los síntomas articulares y tienen un origen autoinmune.
Al igual que los adultos, el dolor que experimentan los niños puede ser muy intenso y suele limitar totalmente el movimiento en el caso de las infecciones. En general resulta mucho más leve en las artritis crónicas de los menores, hasta el punto de que no se quejan o se quejan poco y solo notamos cojera o falta de actividad por las mañanas.
Cuando la enfermedad afecta a las articulaciones de las piernas, como las caderas, las rodillas y los tobillos, lo más frecuente es que el niño camine de forma anormal. En algunas articulaciones que están muy profundas, como la cadera, aunque existe también hinchazón, no es apreciable desde el exterior, y el niño solo se queja de dolor, que a veces localiza en el muslo o la rodilla, cojea o se niega a caminar y, al tumbarle, pone una postura característica, flexionando la cadera y girando la pierna hacia afuera para estar más cómodo. Aunque no siempre es así, las infecciones suelen acompañarse además de fiebre.
¿Cómo se trata?
Cuando se ha relacionado la artritis con un factor infeccioso desencadenante, a los niños se les recomienda tomar antibióticos. Generalmente, este tratamiento inicia en el hospital por vía intravenosa, y se completa con medicamentos orales una vez son dados de alta. En algunos casos, dependiendo de la gravedad de la enfermedad, es necesario realizar una intervención quiúrgica que permita favorecer la salud del pequeño.
Ahora bien, si la enfermedad es más bien crónica, los tratamientos varían. Sin embargo, se debe iniciar la terapia con antiinflamatorios y otros medicamentos para detener la inflamación y ralentizar el progreso de la enfermedad. Estos fármacos pueden ser administrados por vía oral o por infiltración.