Quizá no haya escuchado nunca esta expresión y es que este trastorno no es tan conocido como la artrosis o la tendinitis, pero es bastante frecuente, sobre todo en mujeres. ¿Siente dolor y rigidez? Atento a esto, porque tal vez sea su caso.
Los traumatólogos calculan que entre un 3 y un 5% de la población sufrirá el llamado hombro congelado, en algún momento de su vida. Aunque de entrada este porcentaje total puede parecer bajo, aumenta considerablemente entre determinados colectivos.
El 80 – 90% de los casos se da en mujeres de entre 40 y 70 años, especialmente después de la menopausia a partir de los 50 años, pero no son las únicas afectadas. Le contamos en qué consiste esta patología, cómo identificar sus síntomas, qué personas tienen más riesgo de sufrirla y qué tratamientos existen para superarla.
¿Qué es el hombro congelado?
El término médico es capsulitis adhesiva o retráctil, aunque los mismo especialistas utilizan la expresión hombro congelado por ser mucho más gráfica y fácil de comprender.
Este trastorno empieza provocando un dolor muy intenso en el hombro que suele empeorar por la noche. Este suele iniciarse de forma repentina y sin una causa que justifique un mal gesto o lesión.
Al cabo de un tiempo, la persona que lo sufre empieza a notar una rigidez en la articulación que acaba derivando en la dificultad o imposibilidad de mover el hombro con normalidad. De ahí, el término hombro congelado.
La inmovilidad aumenta progresivamente hasta que la persona es incapaz de realizar gestos tan habituales como elevar el brazo y pasar la mano por encima de la cabeza o llevarlo hacia la espalda para abrocharse el sujetador, anudarse el delantal o rascarse.
Este trastorno se produce cuando existe una inflamación en la cápsula de la articulación, lo que dificulta la movilidad de los ligamentos que unen los huesos que forman el hombro. Sin embargo, la causa que provoca esta inflamación todavía es desconocida.
Cuándo hay más riesgo de que ocurra
Aunque tampoco se sabe la razón, está demostrando que ciertas personas tienen más riesgo de sufrir hombro congelado y es que este trastorno está asociado a los siguientes factores o patologías:
– Cambios hormonales: la mayoría de los casos se dan en mujeres de más de 40 años y sobre todo a partir de la menopausia.
– Diabetes: las personas que sufren esta enfermedad también tienen un riesgo más alto de padecer hombro congelado.
– Problemas de tiroides: tanto si sufre hipotiroidismo como hipertiroidismo.
– Cirugía cardiaca: las personas que tienen problemas cardiovasculares y han sido a corazón abierto también figuran entre los grupos de riesgo.
– Lesiones en el hombro: sufrir fractura, cirugía en esta articulación y su movilización durante un tiempo pueden favorecer la capsulitis adhesiva.
Si está en uno de estos grupos de riesgo, conviene que esté atento a los primeros síntomas, ya que un diagnóstico temprano puede ayudar a que la recuperación sea más favorable.
Además, las personas diabéticas o con problemas de tiroides pueden reducir el riesgo de sufrir hombro congelado si mantienen un buen control de su enfermedad.
El tratamiento depende del momento
Aunque en la mayoría de los casos la recuperación de la movilidad del hombro es total, el proceso es muy lento y el tratamiento puede prolongarse entre 6 meses y 2 años.
A pesar de que algunas veces el hombro congelado se cura por sí solo al cabo de 18 – 24 meses, sin tratamiento y de forma espontánea, es recomendable acudir al traumatólogo lo antes posible ya que el tratamiento puede adelantar el proceso, aliviar los síntomas y evitar que la movilidad quede reducida.
El especialista valorará el tratamiento más adecuado según la fase del trastorno en la que se encuentre el paciente:
1. Fase inflamatoria: el dolor es muy intenso, sobre todo por la noche, lo que dificulta el descanso, pero aún no hay problemas de movilidad. En esta etapa, el médico suele prescribir analgésicos y antiinflamatorios, se aconseja evitar aquellos movimientos que puedan aumentar el dolor. Generalmente, es recomendable combinar un cierto reposo con ejercicios suaves de estiramiento. En aquellos casos agudos en los que el dolor no disminuye, puede ser necesario realizar alguna infiltración de esteroides en la articulación.
2. Fase de congelación: el hombro empieza a presentar rigidez y los problemas de movilidad son cada vez mayores, aunque el dolor suele disminuir. En esta etapa, la fisioterapia es fundamental, aunque se necesita constancia. El número de sesiones de rehabilitación por semana depende de cada caso, pero pueden ser diarias y durante varios meses. Los ejercicios de recuperación deben ser realizados siempre por un especialista, quien además enseñará a la persona afectada cómo realizar correctamente los ejercicios de estiramiento en casa.
3. Fase de recuperación o descongelación: la movilidad va mejorando progresivamente, aunque puede ser necesario seguir haciendo ejercicios para una total recuperación y para prevenir una futura recaída.
La mayoría de las personas que sufren hombro congelado responden bien a este tratamiento, siempre y cuando sean constantes tanto al acudir a las sesiones de fisioterapia como al realizar los ejercicios indicados en casa.
Sin embargo, en aquellos casos en los que no se consiga una clara mejoría, puede ser necesario intervenir quirúrgicamente. Normalmente la operación se realiza por artroscopia, a través de unas pequeñas incisiones y con anestesia local y el objetivo es liberar los ligamentos para devolver la movilidad a la articulación del hombro.
Descartar otros problemas
El hombro es una de las articulaciones con mayor movilidad y por lo tanto, una de las más propensas al dolor. Por eso, cuando este no remite en varios días es necesario acudir al médico para que realice un diagnóstico.
Además de la capsulitis adhesivas o retráctil, estos son problemas más habituales que pueden causar dolor en esta parte del cuerpo:
– Contracturas: los músculos del hombro o de las cervicales se contraen debido a un mal gesto, una mala postura repetida o sostenida en el tiempo o a la tensión.
– Calcificaciones: consiste en la acumulación de calcio en el tendón supraespinoso, generalmente debido a pequeños traumatismos, desgarros o una inflamación. Suele afectar a personas de entre 30 y 50 años.
– Artrosis: esta enfermedad degenerativa en la que se produce una pérdida de cartílago, puede afectar también al hombro, igual que a otras articulaciones como la rodilla. Además de dolor y movilidad limitada, se pueden notar unos crujidos al moverlo.
– Lesiones del manguito rotador: Está formado por los músculos y tendones que proporcionan estabilidad a los huesos de la articulación y facilitan los movimientos. Los desgarros o roturas de estos tejidos por algún traumatismo, movimiento brusco o por desgaste son algunos de los problemas más habituales, así como la inflamación de algún tendón, tendinitis.
– Síntomas de algo más grave: cuando el dolor no varía con el movimiento, puede ser un síntoma de alguna enfermedad que no tiene nada que ver con el hombro, como un problema cardiaco o de una patología pulmonar, por ejemplo de la pleura. Algunos tipos de cáncer de pulmón pueden causar dolor en el hombro, sobre todo cuando el tumor es grande y presiona la zona cercana a la articulación.