El quiste de Baker -también conocido con el nombre de quiste poplíteo por la zona en la que se encuentra- es una protuberancia que se forma en la parte trasera de la rodilla y que contiene líquido sinovial, el líquido que lubrica a la articulación. El quiste en sí es molesto, pero no es patológico, aunque siempre hay que buscar la causa, pues puede estar relacionado con procesos degenerativos de la articulación, como artritis reumatoide.
Por qué se produce el quiste de Baker
El quiste de Baker es un fenómeno valvular en el que el líquido de la rodilla se sale en una especie de bolsa, pero no puede volver a entrar y va formando un bulto que se va hinchando progresivamente y provocando molestias. Es el resultado de un proceso inflamatorio que estimula la producción de líquido sinovial y hace que la membrana ceda en su punto más débil formando una especie de bolsa detrás de la rodilla.
La inflamación que está detrás del quiste de Baker puede deber a varias causas. Una de las principales son las enfermedades degenerativas de las articulares, como la artrosis. De hecho, un 25 por ciento de las personas que tienen artrosis tendrán algún episodio de quiste de Baker. Otras causas pueden ser:
•Lesiones o degeneración en el cartílago de la articulación de la rodilla (Menisco).
•Artritis reumatoide.
•Lesiones de los ligamentos cruzados (específicamente del ligamento cruzado anterior.
•Otros problemas de la rodilla que causan su inflamación y sinovitis.
•Traumatismos.
El quiste de Baker es muy común en varones jóvenes, pero en este caso, no suele haber ninguna patología detrás y se suele resolver solo.
Qué síntomas provoca
El quiste de Baker en algunos casos suele ser asintomático, al menos hasta que tiene un tamaño considerable, y a veces se encuentra de una manera casual en una revisión. Cuando ocasiona molestias, estas suelen ser:
•Dolor difuso en la parte posterior de la rodilla que se irradia hacia la pierna. El dolor empeora al flexionar la rodilla y al caminar y mejora con el reposo nocturno.
•Rigidez y tirantez en la articulación.
•Movilidad reducida de la rodilla.
•Déficit neurológico. En caso de que el quise oprima el nervio.
•Si el quiste se rompe, causa dolor, inflamación y hematomas en la rodilla y la pantorrilla.
Cómo se diag nostica y se trata
Aunque no ocasione molestias siempre hay que acudir a un médico ante la presencia o sospecha de un quiste de Baker. Por un lado, como hemos comentado, porque puede estar causado por patologías no diagnosticadas; y por otro, porque hay que descartar que se trate de un coágulo sanguíneo (trombosis venosa profunda), que también puede ocasionar dolor, hinchazón y hematoma en la parte posterior de la rodilla y la pantorrilla, pero que es mucho más peligroso a corto plazo y requiere atención médica inmediata.
La resonancia magnética es la prueba con la que mejor se diagnostica el quiste de Baker, pues permite ver con claridad el quiste y qué lo ocasiona.
En cuanto al tratamiento, algunas veces, sobre todo si el paciente es joven y no tiene patologías asociadas, se opta por observar y esperar a que desaparezca, porque en estos casos suele hacerlo. Si existen patologías asociadas, es muy importante tratarlas a la par que tratamos el quiste. Hay varias opciones:
•Fisioterapia: Crioterapia, corrientes eléctricas, reposo, inmovilización.
•Farmacológico: Antinflamatorios, analgésicos, inyecciones de cortisona.
•Quirúrgico. Aunque no suele recurrirse a ella por los riesgos que conlleva, los quistes se pueden extirpar quirúrgicamente mediante una pequeña incisión y requiere unos días de reposo y postoperatorio. También puede vaciarse mediante drenaje.
El pronóstico del quiste de Baker es bueno, y la mayoría de las personas mejoran con el tratamiento, pero cuando está causado por patologías subyacentes, hay que estar atentos, pues, de no tratarlas correctamente, el quiste puede reaparecer.