Fue diagnosticada con Lupus a sus 22 años y hasta le indicaron que no podía quedar embarazada.
Sufrió de varios síntomas, incluyendo las estrías en la piel, pérdida de peso, dolor en las articulaciones, dolor en las rodillas, hasta que llegó el momento en que no pudo levantarse de su cama.
La vida de la Dra. Lilly Franchezca Negrón Torres, tomó un giro a partir del año 2007 cuando fue diagnosticada con la enfermedad reumática, que según estudios científicos en Puerto Rico, afecta más a mujeres que a hombres y en otros grupos étnicos, la proporción de mujeres a hombres varía de 5:1 a 9:1.
Esta condición autoinmunitaria crónica que puede afectar las articulaciones, piel, cerebro, pulmones, riñones y otros órganos del cuerpo, es mucho más alta en Puerto Rico, aproximadamente de 13:1, según datos de estudios publicados en la División de Reumatología del Recinto de Ciencias Médicas (RCM).
Además, se han evaluado 50 genes asociados a la enfermedad, según el doctor Luis Vilá, reumatólogo, catedrático del RCM e investigador en entrevistas previas con Medicina y Salud Pública (MSP).
“No podía arrodillarse en la iglesia. También comencé a perder el pelo y dificultad para concentrarme. Ya yo había tenido una prueba de anticuerpos antinucleares (ANA) positiva, que me había mandado mi médico primario. Cuando fui al reumatólogo y pasé por un sinnúmero de pruebas, me diagnosticaron Lupus. Ahí comencé con el tratamiento hidroxicloroquina (Plaquenil)”, explicó.
“Para el 2018 tuve un episodio de pericarditis (hinchazón e irritación del tejido delgado en forma de saco que rodea el corazón), y en ese momento tuve que empezar con la combinación de medicamentos. Gracias a Dios no he tenido exacerbaciones serias hasta el momento, pues mis dosificaciones de medicamentos eran altas y poco a poco fue controlándose la condición”, describió.
Precisamente sus estudios doctorales en medicina naturopática se convirtieron en la disciplina aliada de la condición de la también catedrática de la Universidad Ana G. Méndez bajo la misma rama.
La higiene de sueño, la alimentación, los ejercicios, y sus conocimientos específicos en procesos metabólicos en distintas ramas de la medicina clínica lograron no tan solo controlar una condición reumática no esperada, si no que diera vida a dos hijos de los que goza hoy día, contrario a lo que un día le dijeron.
En este proceso, logró conocer la importancia de la genética que resguarda la enfermedad, pues en su familia existe historial de artritis reumatoide.
Aprendió que el diagnóstico de Lupus no es sinónimo de letalidad, pues confesó que el proceso de aceptación de la enfermedad fue uno impactante para ella.
La educación y sobre todo unirse en grupos de apoyo fueron bálsamos aliado de la medicina contra la enfermedad.
“Aprendí a conocer mi cuerpo, tal cual de los enfatizo a mis pacientes. El cuerpo nos habla. Tenemos que aprender a escucharlo. Por ejemplo, sé que si no duermo lo suficiente, puedo alterarme. Igual si paso por mucho estrés, puedo alterarme. Yo ya conozco cuando ya mi cuerpo me avisa. Llevo una alimentación antiinflamatoria, me mantengo activa físicamente mi cuerpo todos los días, sin entrar en excesos, pero, mis mayores aliados, son el sueño adecuado y manejo de estrés”, estableció.
“Organicé mi tiempo. Soy profesional y tengo mi familia, pero aprendí también a cumplir conmigo y mi cuerpo. La meditación, los ejercicios de respiración, de visualización, han sido también mis aliados en el camino. Yo además les recomiendo a todos los pacientes siempre ser aliados de sus médicos, porque en mi caso mi diagnóstico fue bastante rápido, pero en otros casos no ha sido así. La genética pone el arma y el ambiente pone el gatillo. Tenemos que educarnos y tener estilos de vida saludables y saber reconocer nuestro cuerpo”, concluyó.