Rigidez, dolor, falta de movilidad, son algunos de los síntomas típicos de las adherencias, una complicación que puede surgir tras una herida importante, pero muy pocas veces se sabe cómo se pueden tratar.
Si no se ha roto nada ni ha tenido un fuerte traumatismo probablemente no haya oído hablar de ellas, pero las adherencias pueden convertirse en un quebradero de cabeza si no se tratan a tiempo.
Cómo se generan las adherencias
Las adherencias se forman debido a la respuesta que tiene el organismo ante una herida. Una fractura, una operación o una contusión grave provocan un daño en el tejido interno que hace que se acumule mucha sangre en la zona.
Esta acumulación de sangre desencadena un aumento de colágeno, una proteína que forma fibras y actúa como una especie de pegamento natural, imprescindible para regenerar los tejidos y que haya una buena cicatrización.
Cuando la producción de colágeno es excesiva puede acumularse en los diferentes planos de los tejidos, formando lo que se conoce como adherencias.
Tejido que se queda enganchado
Las adherencias provocan que los tejidos que han reparado no puedan deslizarse correctamente entre sí. Es como cuando las páginas de un libro se han quedado pegadas y cuesta ligeramente separarlas, explica Luis Torija López, vicesecretario general del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid.
Esto puede provocar limitaciones en el movimiento de la zona en que se ha producido la lesión, algo especialmente preocupante cuando la adherencia se forma en regiones articulares como muñecas, codos o rodillas.
Además de rigidez, el afectado puede sentir también dolor al intentar estirar al máximo el tejido. ”Esto puede hacer que la persona tenga todavía menos intención de moverse, lo cual, de forma perversa, hace que esas adherencias se mantengan” advierte el fisioterapeuta.
La falta de movimiento perjudica
Se empieza a mover el tejido, siempre respetando los tiempos fisiológicos de curación, es fundamental para que no se formen adherencias.
“Cuanto antes empecemos el tratamiento, mejores son las expectativas de curación. Aquello de que no te toquen tiene que ser sustituido por que te toque un profesional , enfatiza el experto. Así gracias a determinados movimientos de flexión y de extensión, se pretende dar movilidad al tejido, permitiendo que funcione de nuevo.
El movimiento puede ser pasivo realizado por una máquina, un fisioterapeuta, o puede ser activo realizado por el afectado de forma consciente, con su propia fuerza.
En algunos casos se pueden hacer también ejercicios, siempre que estén bien apuntados por un fisioterapeuta, es importante que no aumente el dolor y fortalezcan el deslizamiento de los tejidos.
“En algunos casos particulares, sobre todo para las adherencias más superficiales pueden enseñarse también técnicas de automasaje” agrega el experto.
Molestias pero dolor no
Precisamente respecto al dolor este experto se muestra contundente. Se tiene que luchar contra una especie de cultura popular en la que la fisioterapia, para tener efecto tiene que dolor, pero no , esto no es así.
“De hecho, en muchas ocasiones, el dolor excesivo durante el tratamiento es un factor de riesgo para la formación de las adherencias. La mayoría de los estudios nos están diciendo que obtenemos mejores resultados, en menos tiempo y con mejor funcionalidad respetando tratamientos con una molestia aceptable”, afirma el fisioterapeuta.
Para hacerse una idea y volviendo al símil de las páginas pegajosas de las que se habla al principio. Si se fuerza para separarlas y se pone tensión, lo más probables es que se rompa . Si lo que se busca es que se separen bien, se tiene que poner atención y delicadeza.
Cómo recuperar la movilidad
A veces el aumento de colágeno es tan grande que recuperar una buena movilidad cuesta mucho. Suele hablarse entonces de fibrosis lo que es lo mismo una gran cantidad de tejido fibroso acumulado en la zona.
“En algunos casos operar es la mejor opción posible, aunque siempre debe ser el paciente, bien informado por su médico, quien decida si hacerlo o no” explica el experto.
La artrólisis es la intervención más frecuente. En ella el cirujano limpia la zona del exceso de bandas fibrosas. En ocasiones puede hacerse mediante una artroscopia.
Es importante tener en cuenta que para impedir que las adherencias se vuelvan a formar, después de operar habrá que ponerse, de nuevo, en manos del fisioterapeuta.