Para la mayoría de las personas, la artritis es sinónimo de artrosis y, por lo tanto, un problema que sólo enfrentan los adultos. Sin embargo, mientras la artrosis se debe a la erosión progresiva de los cartílagos por su uso y paso del tiempo y, efectivamente, ocurre en las personas mayores; la artritis es una enfermedad crónica que afecta sobre todo a las articulaciones del cuerpo, y puede llevar a la discapacidad.
Contrariamente a lo que se cree es una enfermedad que afecta a 1 de cada 1.000 niños menores de 16 años. Por eso cuando los pacientes son tan jóvenes se habla de artritis idiopática juvenil (AIJ).
Esta enfermedad crónica limita progresivamente la movilidad corporal en niños y adolescentes en edad escolar, representa un desafío para las familias y también para la comunidad educativa en general.
El principal síntoma de la artritis es la inflamación de las articulaciones, que se tornan rígidas, calientes, hinchadas y dolorosas. Esto limita los movimientos del niño y deteriora su capacidad funcional, es decir, su habilidad para realizar por sí solo tareas cotidianas tan simples como abrir una canilla, bañarse o ir a la escuela.
Esta enfermedad no tiene un origen conocido, y posee ciertas características que, si no se tienen en cuenta, pueden atentar contra el desenvolvimiento normal de los pequeños en el aula y la integración con sus compañeros. Cuando reciben el diagnóstico, muchas veces los padres creen que para proteger a sus hijos lo ideal es que concurran menos horas al colegio, pero es fundamental para el niño seguir concurriendo a la escuela: allí aprende, pero también interactúa con chicos de su edad, juega en los recreos con los recaudos indicados por los profesionales y, sobre todo, pasa tiempo fuera de casa.
Los caminos de la enfermedad
Debido a la enfermedad, el comportamiento del niño puede tornarse retraído o distante y por eso es bueno alentarlo a que se integre al grupo, juegue con el resto y no permanezca aislado. Una buena idea puede ser proponer una charla con el resto de los alumnos sobre la artritis esto puede ayudar a derribar mitos o temores y a fortalecer la integración, también predispone de buena manera al resto del grupo, que se sentirá gratificado de colaborar con el bienestar de su compañero.
Como la rigidez característica de la AR es más fuerte por la mañana, hay ciertas medidas simples que se pueden tomar dentro del aula para ayudar a que el niño se sienta mejor, si el docente va a tomar un dictado, convendría que lo haga cerca del mediodía en vez de a primera hora; también puede impulsar a que el chico no esté mucho tiempo sentado, algo que le causa rigidez, asignándole algunas tareas especiales que lo mantengan en movimiento, como repartir hojas entre sus compañeros o buscar los elementos que se necesitan para la clase.
Por último, es clave el acompañamiento emocional, ya que mientras que algunos chicos se enojan por los cambios y las obligaciones que les impone la enfermedad, otros se sienten tristes, angustiados o con miedo. Así, el rol de la escuela es casi tan importante para el bienestar de los pequeños pacientes como el apoyo y la compañía que necesitan de sus familias.