Es una enfermedad crónica y se desconoce su origen en la mayoría de los casos por lo que no se puede evitar prevenir, pero lo que sí se puede es frenar su avance y dar alivio si hay dolor.
Levantarse con rigidez en las articulaciones y tenerlas a menudo inflamadas, sufrir de dolor, problemas de movilidad o debilidad muscular, tener fiebre a menudo. Son los síntomas más característicos de la artritis, una patología de origen desconocido.
Aparece cuando la membrana sinovial se inflama y produce un exceso de líquido, lo que acaba erosionando el hueso. En sus casos más graves puede desembocar en la deformidad o la destrucción de la articulación e incluso afectar a otros órganos.
La buena noticia es que aunque es crónica, hay varios y efectivos tratamientos para hacer la enfermedad más llevadera y frenar su avance.
Artritis reumatoide, la más frecuente
Aunque la artritis reumatoide se considera minoritaria, se estima que más de 200.000 personas padecen esta enfermedad inflamatoria crónica en España y dos de cada tres afectados son mujeres de entre 30 y 50 años.
Es importante detectarla a tiempo para empezar una terapia, ya que de no hacerlo la enfermedad va restando mucha calidad de vida.
Síntomas básicos para detectarla
Si siente dolor en las articulaciones, fíjese si nota también otras molestias asociadas durante al menos 6 semanas. En ese caso, acuda al reumatólogo para consultarse.
– Rigidez matutina: tiene una gran dificultad para mover la articulación cuando se levanta por la mañana que dura, al menos una hora. Además, puede notar inflamación, calor y enrojecimiento. A medida que avanza el día y se mueve baja el dolor, pero se intensifica con el reposo.
– Dedos inflamados: la artritis reumatoide suele manifestarse primero con inflamación en articulaciones pequeñas como los dedos de las manos, pero también puede afectar a rodillas, muñecas y a menudo el dolor se contagia al otro lado del cuerpo.
– Molestias distintas: sentir mucho cansancio, tener fiebre sin motivo aparente, hormigueo en manos y pies, ronquera o sequedad en la boca son síntomas que, combinados, alertan de una posible artritis.
Para establecer el diagnóstico, se hace un análisis de sangre para comprobar si hay ciertas partículas proteínicas en sangre ya se la proteína C reactiva elevadas que indican la presencia de inflamación.
Las otras artritis menos habituales
– Infecciosa: también llamada séptica, aparece cuando la inflamación de la articulación provoca un germen, virus, bacterias, parásitos u hongos. La membrana sinovial se inflama y la articulación puede llegar a supurar.
– Psoriásica: a pesar de la psoriasis es un trastorno básicamente cutáneo, una tercera parte de los pacientes que sufren esta patología de la piel las articulaciones afectadas en forma de artritis crónica.
– Microcristalina: la más típica sería la gota, que suele manifestarse por la inflamación del dedo gordo del pie por depósito de cristales de ácido úrico en las articulaciones. Surge de forma intermitente, pero si no se trata se puede hacer crónica.
Tratamiento para aliviar los síntomas
Si bien es cierto que la artritis reumatoide es una enfermedad crónica que resta la calidad de vida, si se enfrenta con un enfoque positivo y se sigue el tratamiento adecuado es más sencillo convivir con ella. De hecho, con los últimos avances terapéuticos muchos pacientes apenas notan los síntomas.
Una vez diagnosticada la enfermedad, el deterioro se manifiesta generalmente a partir de los 2 años. El diagnóstico precoz durante los primeros 2 o 3 meses de su evolución y seguir el tratamiento son elementos clave para disminuir e incluso evitar la aparición de lesiones irreversibles en las articulaciones.
Los FAME, es decir, los fármacos antirreumáticos modificadores de enfermedad, son el pilar básico en el tratamiento de la artritis reumatoide. Frenan la enfermedad y enlentecen la destrucción y deformidad de las articulaciones, ya que interfieren sobre la producción de sustancias implicadas en la inflamación.
Su efecto beneficioso dura 3 y 10 semanas a partir de su administración. Los efectos secundarios suelen ser leves y desaparecer al bajar o suspender la dosis.
Fármacos básicos para mitigar el dolor
– AINE: los antiinflamatorios no esteroideos disminuyen síntomas como el dolor, la rigidez y la inflamación de articulaciones, indicado para brotes del trastorno.
– Analgésicos: como el paracetamol, son útiles en fases agudas de la enfermedad o como tratamiento de apoyo complementario a otras terapias, ya uqe atenúan el dolor provocado por la artritis.
– Corticoides: son sólo adecuados en dosis bajas y periodos cortos de tiempo en fases iniciales de la enfermedad o en brotes agudos, que no se pueden controlar con otras opciones terapéuticas.
Terapias complementarias a los fármacos
Aunque todavía no existe cura, las opciones terapéuticas actuales son muy amplias y permiten un buen control de la artritis reumatoide. Hay varias opciones:
Estimulación eléctrica:
Un aparato colocado en la piel conocido como TENS, envía impulsos eléctricos que llegan a la articulación y a la cápsula articular. Esto facilita que el dolor y la rigidez disminuyan. Proporciona alivio a los síntomas pero no más que algunos antiinflamatorios, por lo que su aplicación es limitada.
Protección con férulas
Existen distintos tipos de férulas de descanso para proteger y mantener en buena posición las articulaciones como la rodilla que se utilizan al caminar o la muñeca y los dedos al dormir. Gracias a ellas se pueden evitar deformidades en flexión.
Infiltraciones, últimos recursos
Se aplican sólo cuando otras terapias no han funcionado. Las inyecciones de corticoides en la zona afectada pueden provocar infección articular o atrofia de la piel, pero solo si se abusa de ellas o están mal indicadas, como aclara la Sociedad Española de Reumatología.
Las de ácido hialurónico dan menos complicaciones, pero el especialista debe inyectar con presión para que todo el producto quede dentro de la articulación. Si no es así, pueden provocar dolor.