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Aprende a vivir con el síndrome de piernas inquietas

El Síndrome de las Piernas Inquietas (SPI), es un trastorno crónico de origen neurológico, que causa un impulso incontrolable de mover las piernas, asociado a sensaciones desagradables, no dolorosas, a menudo descritas como hormigueo, pinchazos o punzadas. 

Este trastorno se exaspera con el reposo, mientras que con el movimiento se produce una sensación de alivio. 

Aunque no se conoce la etiología del SPI, se asocia con causas como la insuficiencia de hierro cerebral y las alteraciones en la neurotransmisión de dopamina.

Además, según explica la Asociación Española de Síndrome de Piernas Inquietas (AESPI), aproximadamente el 80% de las personas con esta patología realizan movimientos periódicos de las extremidades durante el sueño. 

Estos movimientos periódicos se describen como sacudidas que se producen con una frecuencia de 20 a 30 segundos durante la noche, causando continuas interrupciones del sueño.

Una de las mayores quejas de los pacientes de SPI es la manera en la que su calidad de vida se ve comprometida de manera negativa, ante la privación crónica del sueño, provocando cansancio, insomnio e incluso una disminución en la capacidad de concentración durante el día, además de afectar su estado de ánimo.

A cerca de la enfermedad

El síndrome de piernas inquietas puede presentarse a cualquier edad, tanto en la infancia como en la edad adulta; sin embargo predomina en personas de la tercera o cuarta década vida y su frecuencia incrementa conforme va aumentando la edad.

Puede presentarse de manera espontánea o asociarse a otras patologías entre las que cabe destacar el déficit de hierro o la insuficiencia renal terminal. 

También se ha relacionado con procesos como diabetes mellitus, trastornos reumatológicos, así como afecciones neurológicas, entre ellas la enfermedad de Parkinson; y en afecciones gastrointestinales como la celiaquía y la enfermedad de Crohn.

Predisposición 

Durante el embarazo, especialmente durante los últimos meses, hasta un 20% de las mujeres desarrollan el SPI, sin embargo después del parto, a menudo los síntomas desaparecen. No obstante, existe una relación clara entre el número de embarazos y las posibilidades de desarrollar SPI crónico.

Ademas, un 40% de pacientes con SPI tienen una reseña familiar de piernas inquietas, es decir que cuentan con un factor hereditario.

Consejos para vivir con SPI

Aparte del tratamiento farmacológico es recomendable seguir las pautas que daremos a continuación para calmar los síntomas del SPI 

  • Mantener horarios regulares de sueño, acostándose y levantándose a la misma hora, además de tener un entorno de sueño tranquilo y cómodo. 
  • Evitar el consumo de sustancias excitantes tipo cafeína, drogas y alcohol.
  • Realizar ejercicios no extenuantes como estiramientos o ejercicios de relajación. Hacer masajes suaves en las piernas y baños calientes-fríos.
  • Evitar ciertos fármacos que pueden empeorar los síntomas (antihistamínicos, sedantes que bloquean la dopamina, y ciertos antidepresivos).
  • No luchar contra el trastorno, pues si se intenta suprimir la necesidad de moverse puede que los síntomas empeoren aún más. 
  • Un buen programa de ejercicios puede ayudar al organismo a enfrentarse mejor con la enfermedad. 
  • El ejercicio regular puede mantener la flexibilidad, propiciar una buena postura, conservar los músculos fuertes y las articulaciones ágiles.
  • Escriba un diario del sueño.
  • Es indispensable tener un registro de los medicamentos y estrategias que ayudan a aliviar el trastorno para compartirlas con el médico tratante.
  • Comenzar y acabar el día con estiramientos. 
  • Es recomendable practicar yoga, tai chi, musicoterapia y acupuntura. De hecho algunas de estas actividades se ofrecen dentro del proceso de rehabilitación del SPI.