El dolor en las articulaciones , hinchazón, rigidez, pérdida de movilidad… un alto porcentaje de la población mundial convive con la artritis reumatoide (AR). Con cuadros iniciales similares a otras enfermedades reumáticas como la artrosis que puede complicar un diagnóstico claro en sus primeras fases, se trata de una enfermedad autoinmune y crónica.
A día de hoy se desconoce su causa. El sistema inmune ataca a las articulaciones produciendo inflamación y dañándolas. Existe predisposición genética y factores que la disparan como el tabaco o alteraciones en la flora periodontal e intestinal, que en la mayoría de los casos se puede manejar de forma muy eficaz, permitiendo que los pacientes tengan una vida prácticamente normal.
Sus principales síntomas consisten en dolor e inflamación de las articulaciones o rigidez tras un reposo prolongado como puede ser a la hora de levantarse por la mañana, lo que conlleva dificultades para realizar actividades cotidianas. Muñecas, nudillos, pies, codos, hombros, tobillos… suelen ser las zonas más afectadas. La inflamación se produce en la membrana sinovial que recubre las articulaciones y que permite unir un hueso con otro, aunque también daña las articulaciones y los tejidos cercanos como tendones o músculos. Asimismo, puede implicar la aparición de bultos o nódulos duros debajo de la piel en zonas próximas a las articulaciones.
Enfermedad sistémica
No obstante, se trata de una enfermedad sistémica que puede afectar a otros órganos de manera extraarticular, ya que con el paso del tiempo puede afectar al corazón, los pulmones, los ojos y también a vasos y nervios. El derrame pleural es la manifestación pulmonar más frecuente o la neumonitis. Pero además, las personas con AR suelen presentar un aumento de problemas cardiovasculares, por lo que es muy importante que controlen factores de riesgo como la tensión arterial o el colesterol.
La AR puede confundirse con enfermedades reumáticas como el lupus eritematoso, la artritis psoriásica, la gota o la artrosis. Esta última se produce por el uso excesivo de alguna articulación, un traumatismo, una mala alineación de la articulación y el hueso, provocando un desgaste del cartílago. El dolor se produce cuando se mueve la articulación y no en reposo, como sí sucede con la artritis reumatoide.
Para saber si se padece AR será necesario un estudio clínico por parte del médico especialista. cabe resaltar la importancia de establecer lo antes posible un diagnóstico precoz, ya que aumenta la probabilidad de controlar la inflamación de las articulaciones e incluso conseguir la remisión de la enfermedad. Ante la aparición de los síntomas descritos hay que consultar al médico para poder iniciar el tratamiento adecuado.