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Dos métodos detectivos más comunes para la artritis reumatoide

Un claro diagnóstico de manera temprana podría garantizar mayor efectividad de tratamiento y prognosis a futuro de la enfermedad.

La artritis reumatoide es una condición que suele tener algunos síntomas específicos, por esta razón, es primordial que cuando se presenten algunos de estos cuadros, el ápice acuda de inmediato a su médico de cabecera, pues como indica la literatura es muy importante que se detecta a tiempo las malignidades con el propósito de evitar complicaciones.

Por otro lado, esa detección también podrá garantizar una terapia más efectiva y un tratamiento prolongado que podrá mejorar la calidad de vida del paciente así como su recuperación, es por eso que, las diversas pruebas diagnósticas son de gran importancia. De acuerdo a la Mayo Clinic, estos son los métodos más comunes para detectar la artritis reumatoide:

Análisis de sangre

Cuando una persona inicia con artritis reumatoide tiende a tener una alta velocidad globular o gran cantidad de la proteína C reactiva, lo que indica que el cuerpo está pasando por un cuadro inflamatorio, lo que alerta en un primer momento a los especialistas de un posible desarrollo de artritis reumatoide.

Asimismo, existen otras pruebas hematológicas donde se buscan anticuerpos reumatoideos y antipéptidos cíclicos citrulinados.

Pruebas de diagnóstico por imágenes

Cuando se ha detectado la artritis reumatoide en cierta zona del organismo, el médico que atiende en un primer momento a este paciente puede pedir seguimiento por medio de imágenes para poder verificar el avance de la enfermedad y de esta manera establecer de manera más clara un diagnóstico.

Las pruebas de resonancia magnética y de ecografía pueden establecer un panorama más claro de qué partes del cuerpo están siendo afectadas y determinar a futuro un tratamiento o terapias mucho más efectivas.

Es de gran importancia que se realicen pruebas detectivas para evitar el desarrollo de la artritis reumatoide, sobre todo en aquellos pacientes que poseen factores de riesgo altos, principalmente aquellos que han tenido familiares de primera línea con la enfermedad.