Por: Dra. Karina Vilá Rivera
Lo sientes más en los días lluviosos. Te sientes cansado, febril, has perdido peso y el dolor e hinchazón en las articulaciones ha afectado tu calidad de vida. Si este es tu caso, puedes estar padeciendo de artritis reumatoide.
La artritis reumatoide es una enfermedad crónica inflamatoria que afecta principalmente las coyunturas o articulaciones del cuerpo. Se estima que en Puerto Rico, aproximadamente 40,000 personas padecen de esta condición, lo que implica un gran impacto económico para el sistema de salud.
El origen de esta condición es autoinmune, lo que significa que nuestro cuerpo produce sustancias y anticuerpos que inflaman y van afectando las articulaciones, lo que podría resultar en incapacidad. Más aún, la artritis reumatoide es sistémica, por lo que puede afectar hasta los órganos internos. Se ha comprobado que hay un aumento en enfermedad cardiovascular en estos pacientes. Si no se recibe un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado los daños pueden ser irreversibles, afectando así la funcionalidad del paciente.
La buena noticia es que existen tratamientos efectivos que pueden retrasar el progreso de la enfermedad y devolverte la calidad de vida. Esto se logra con las visitas coordinadas entre tu médico primario y un reumatólogo, quien estará guiando el tratamiento. En cada visita, se estarán monitoreando parámetros de laboratorios, la actividad de la enfermedad y eventos adversos asociados a los tratamientos.
Medicamentos como agentes anti-inflamatorios no esteroidales y cortisona, se pueden utilizar para calmar los síntomas dependiendo de la tolerabilidad del paciente. Se conoce que estos medicamentos no ofrecen un control absoluto de la enfermedad, pero se utilizan más para aliviar el dolor. Se ha demostrado en estudios clínicos que la implementación de terapias biológicas es de gran beneficio a largo plazo, no tan solo en controlar síntomas como dolor, sino también en evitar que la enfermedad siga progresando.
Mejorar hábitos de vida
Del mismo modo, añadir hábitos saludables tales como buena nutrición, no fumar, evitar la obesidad y llevar una vida activa (ej. ejercitarse mínimo 15-20 minutos tres veces en semana) podría ayudarte a mejor control. El ejercicio acuático podría ser una alternativa. Otras personas optan por combinar terapias alternativas tales como acupuntura, masajes terapéuticos, modalidades de calor/frío, yoga, entre otras. La terapia física puede servir de gran ayuda para prevenir deformidades y calmar el dolor y la hinchazón de las articulaciones sin producir mayores efectos adversos.
Padecer de esta enfermedad tiene un gran impacto tanto en el paciente como en su entorno. Por tal razón, los familiares deben estar bien educados sobre las manifestaciones de la enfermedad y las distintas opciones terapéuticas.
Les enfatizo que el diagnóstico temprano e implementación de terapias a tiempo, es vital para combatir y controlar esta enfermedad. Si tienes algunos de los síntomas mencionados o sospechas estar padeciendo de esta enfermedad, consulta con tu médico para un referido temprano al reumatólogo.