La aparición del coronavirus y la enfermedad que produce, Covid-19, genera una preocupación diferente para las personas mayores de 50 años. Esto se debe a que es esta población la que registra mayores víctimas por el virus, pues hasta el momento se desconocen secuelas. ¿Pero qué está causando este fenómeno?
Para los especialistas, según una publicación en el diario ABC, esto no se puede atribuir solamente a la edad y al estado de salud general de estos pacientes. En realidad, pueden haber múltiples factores que desencadenen en un desenlace fatal. Pero, para comprenderlo se necesita saber la complejidad de la respuesta inmunitaria del organismo ante el virus.
Los virus son microorganismos muy dependientes que, para poder dividirse, necesitan invadir una célula. En el caso del SARS-CoV-2, ese receptor es la Enzima Convertasa de la Angiotensina 2 (ACE2). Esta molécula está presente, entre otros órganos, en las células del pulmón, lo que explica los síntomas respiratorios del COVID-19.
Si el paciente sufre problemas cardiovasculares o diabetes, la expresión de esta molécula aumenta sustancialmente. Y eso implica que la entrada del virus a la célula se convierte en un asunto sencillo. Por ello, todas las personas mayores hacen parte de la población vulnerable.
¿Cómo actúa el virus en una persona mayor?
Cuando el virus irrumpe, el sistema inmunitario responde a través de los mecanismos de la inmunidad innata o inespecífica, que cuentan con múltiples componentes celulares y humorales capaces de reaccionar en cuestión de minutos u horas.
Si la infección persiste –por ejemplo, porque la carga viral es importante–, entonces entra en marcha la inmunidad específica, con los linfocitos T CD8+ al frente. Aunque en la mayoría de los casos esta segunda respuesta es suficiente para eliminar la infección, en ciertos pacientes, sobre todo en los ancianos, los linfocitos son derrotados.
Se debe tener en cuenta que el sistema inmunitario cambia con la edad. Los jóvenes tienen menos células memoria (consecuencia de haber pasado menos infecciones) pero, en cambio, el repertorio de células con capacidad de reconocer antígenos diferentes y/o desconocidos es mayor.
En los ancianos ocurre justo lo contrario: abundan las células memoria –inútiles en el caso del SARS-CoV-2, puesto que es un nuevo virus– y su repertorio es mucho más reducido, lo que implica menor capacidad de respuesta.
Además, el envejecimiento conlleva también inmunosenescencia. Es decir que sus defensas están alerta todo el tiempo, pero responden con poca fuerza. La inmunosenescencia provoca, además, una disminución de la vigilancia antitumoral y un aumento de procesos autoinmunes.