La Fundación Española de Reumatología define la artrosis como una patología reumática que lesiona el cartílago articular. Sin duda se trata de una enfermedad dolorosa que puede afectar las articulaciones periféricas como las de las manos, la rodilla, la cadera y también localizarse en la columna cervical y lumbar.
En la artrosis, es el progresivo desgaste de los cartílagos lo que provoca los síntomas dolorosos que aparecen ante cualquier movimiento y disminuye en estado de reposo. Según el estudio EPISER de la Sociedad Española de Reumatología (SER), la artrosis afecta al 10% de la población, siendo la artrosis sintomática de rodilla la más común.
Nuevo fármaco para frenar el avance de la enfermedad
Hasta ahora, los tratamientos farmacológicos se han centrado principalmente en aliviar el dolor que esta enfermedad provoca en las personas que la padecen. También los tratamientos de fisioterapia han resultado esenciales a la hora de mantener la capacidad de movimiento de aquellos que la sufren. Sin embargo, nuevas investigaciones, aún en fase experimental, apuntan a que también es posible frenar el propio avance de la artrosis para evitar que los cartílagos continúen deteriorándose.
Un nuevo y posible fármaco, cuyo nombre no comercial es ABT- 981, abre nuevas esperanzas. Las investigaciones han comenzado en Estados Unidos con unos primeros resultados que invitan al optimismo. El objetivo es conseguir que la artrosis no acabe deteriorando los cartílagos hasta el punto de llegar a romperlos y desencadenar, así, los dolores que produce la propia fricción de los huesos.
Se prevé que el ABT- 981 sea un inyectable que pueda frenar la acción de la interleucina 1, una citosina indispensable en la interconexión celular, cuya alteración podría estar relacionada con el desarrollo de artrosis reumática. El medicamento proporcionará los anticuerpos necesarios para evitar esos efectos que implican acabar, poco a poco, con la elasticidad y fortaleza de los cartílagos.
Se trata de una investigación que inicia un largo camino hasta que pueda convertirse en una alteración real o en un complemento a los tratamientos actuales basados en la aplicación de color en la zonas afectadas mediante radiofrecuencia y en los inyectables a base de ácido hialurónico que ayudan a la regeneración del tejido conectivo.
Todavía no se puede hablar de éxito, pero, sin duda, un nuevo fármaco que consiguiese frenar el deterioro de las articulaciones podría suponer un importante progreso en la lucha contra la artrosis y sus consecuencias.